El Caribe es mágico, intenso, hermoso y lleno de islas, y en él, las Antillas Mayores dominan formando lo que la poetisa Lola Rodríguez de Tió describía como un ave… “Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas”, dice en uno de sus poemas… Un pájaro del que República Dominicana, en medio, sería el corazón.
Se trata de un corazón que late lleno de vida y amor, un “ave” famosa por su gente alegre, sus playas de un azul turquesa, en ocasiones casi transparente, su exuberante vegetación, una tierra donde el sol, la arena y la sombra de los cocoteros hace las delicias de quienes nos disponemos a abrir los sentidos, escuchar las olas del mar, ver sus azules cambiantes y sentir la arena en nuestros pies, el sol en todas partes, el aire envolviéndonos, el agua bañando nuestro cuerpo… Por eso a mucha gente se le olvidaba que somos más que sol, arena y playa. Claro que somos más, pero es bueno recordar que seguimos ofreciendo impresionantes playas, de modo que hoy les invito a realizar un recorrido por las costas de mi tierra. Nuestras playas son tantas, que aquí apenas ofrezco una “probadita”.
Empiezo por Punta Cana, un lugar que se ha ganado la fama de tener la playa número uno de República Dominicana. Toda la costa oriental de la isla es hermosa, de modo que puede recorrerla disfrutando kilómetros y kilómetros de arena blanca. Punta Cana es muy turístico, de modo que en su trayecto encontrará lujosos complejos hoteleros para familia o exclusivos para adultos, como el Santuario Cap Cana, a pocos minutos del Aeropuerto Internacional de Punta Cana.
También en esta zona está Playa Macao, declarada por la Unesco como una de las mejores del mar Caribe, o la playa de Uvero Alto, con su arena dorada y aguas cristalinas, que brinda más tranquilidad de la que encontrará en Cap Cana. Realmente la costa este es una invitación a explorar. No se detenga, pues también le esperan Arena Gorda y Cabeza de Toro, impresionantemente hermosas y si no le interesan los hoteles, puede optar por alquilar uno de los agradables apartamentos disponibles para tales fines.
La playa de Bayahíbe, en el sureste, rodea el pequeño poblado de pescadores del mismo nombre con su forma de luna en cuarto menguante. El paisaje es interesante: aguas turquesa, palmeras y… ¡cactus! cerca del lugar. Les debo confesar que está llena de turistas, pero es una experiencia divertida. Si prefieren menos gente, desde aquí pueden tomar una excursión a isla Saona, en cuyo caso recomiendo que vayan temprano. Manglares, arrecifes de coral… Además de bañarse, pueden hacer submarinismo. Entre otras cosas, seguro se encuentran con varias mantarrayas.
Otra opción es visitar la costa norte, donde playa Sosúa ofrece un aire distinto, el agua del Atlántico la baña y almendros acompañan aquí y allá a las palmas de coco cuando busca sombra. El aire es acariciante y el agua, cálida.
Cerca de Sosúa, en la Península de Samaná, hay un islote conocido como Cayo Levantado, rodeado de agua tranquila y transparente. Desde aquí puede disfrutar de las ballenas jorobadas que visitan esta península todos los años de enero a marzo, para tener a sus crías en nuestras cálidas aguas. Esto es posible en cualquier playa de la zona, y es un espectáculo maravilloso
También en Samaná, puede visitar playa Rincón, que es una de las más tranquilas y además está considerada como una de las diez mejores playas del Caribe. En ciertas horas, sus aguas recuerdan los paisajes marinos de Monet, pintor cuyos tonos azules y reflejo del agua ha enamorado a miles, a millones diría yo. Es un lugar sorprendente.
Las playas son tantas que no acabaría, pero no puedo dejar de mencionar una de mis favoritas en esta península de Samaná: Las Terrenas. Me impresiona no solo por sus aguas, el viento y los cocoteros, sino por los pelícanos, que en esta isla no se suelen ver, y porque recorriendo el lugar me llevaron a ver un árbol de caoba centenaria, ancho y sabio, ¡la Madre Tierra siempre hablándonos!
Aquí los dejo con esta selección, y les informo que hay muchas más de las que enamorarse.
Por Miriam Veliz
