La región noreste de República Dominicana es una amalgama de paisajes diversos. Se extiende desde las costas azul turquesa hasta montañas y valles verdes, brindando un escenario variado para los visitantes.
El Parque Nacional Los Haitises es una joya geológica emblemática de esta región, ubicada al sur de la Península de Samaná. Es conocida por sus mogotes, formaciones kársticas que parecen surgir misteriosamente del agua. El parque es un ecosistema de manglares, bosques húmedos subtropicales y cuevas con arte rupestre taíno, lo que proporciona un vistazo a la historia precolombina de la isla. Viajar por el parque, ya sea en kayak o en barco, revela una biodiversidad impresionante, desde aves endémicas hasta manatíes.
Hablemos de la Península de Samaná: Su geografía es en sí misma un gran atractivo. Montañas cubiertas de cocoteros dan paso a playas vírgenes, como Playa Rincón, el punto más oriental, ofrece increíble vistas panorámicas del océano. Además, la bahía de Samaná es el escenario del espectáculo anual de la migración de las ballenas jorobadas. Estos majestuosos mamíferos vienen a las cálidas aguas del Caribe para aparearse y parir. Observar estos gigantes saltar y jugar en el agua es una experiencia que no se olvida.
La ciudad portuaria de Santa Bárbara de Samaná es la entrada a la península. A lo largo del año, festivales culturales, como el Carnaval, atraen a visitantes y locales. Además, la influencia de los primeros inmigrantes europeos se refleja en la arquitectura de la ciudad y en su patrimonio culinario. Las Terrenas y Las Galeras son antiguos pueblos de pescadores que se han transformado en destinos turísticos populares sin perder su encanto original. Aquí, las playas son el principal atractivo. Sin embargo, hay mucho más que hacer, desde practicar deportes acuáticos hasta degustar la gastronomía local en los múltiples restaurantes frente al mar.
El pasado colonial de la región y las influencias de diversas culturas han dejado huellas tangibles. Las pequeñas villas y pueblos esparcidos por la región cuentan historias a través de su arquitectura, tradiciones y gastronomía. Las Terrenas, con su ambiente cosmopolita, ofrece una mezcla de cocina local e internacional. Aquí, los visitantes pueden probar desde empanadas dominicanas hasta platos franceses o italianos, reflejo de las comunidades expatriadas que han hecho de esta localidad su hogar
La región noreste es un festín para los amantes de la comida. La abundancia de mariscos frescos, frutas tropicales y tradiciones culinarias hacen que cada comida sea una experiencia. El “pescado con coco”, típico de Samaná, es un plato que encapsula los sabores del Caribe: pescado fresco cocido en una salsa rica de tomate, pimientos y leche de coco.
San Francisco de Macorís es una ciudad, ubicada tierra adentro, es el corazón de la región cacaotera de República Dominicana. Los visitantes pueden participar en tours de chocolate, donde se muestra el proceso desde el grano hasta la barra.
El desafío de la región ha sido equilibrar el crecimiento turístico con la conservación. Se han promovido proyectos eco-turísticos que buscan minimizar el impacto ambiental y maximizar los beneficios para las comunidades locales. Los recorridos de observación de ballenas, por ejemplo, siguen protocolos estrictos para no perturbar a estos mamíferos.
La infraestructura hotelera también ha tomado nota. Muchos alojamientos en la región han adoptado prácticas sostenibles, desde el uso de energías renovables hasta programas de reforestación.
Nagua es otra ciudad situada en la provincia de María Trinidad Sánchez, Nagua es la capital y una ciudad litoral que ofrece un acceso único a la belleza del Atlántico. Aunque ha sido una ciudad principalmente agrícola, en las últimas décadas ha mostrado un crecimiento en el sector turístico. Las playas de Nagua, como Playa Boba y Playa Preciosa, son menos concurridas que otras en la República Dominicana, ofreciendo un ambiente más relajado. La playa Poza de Bojolo, en particular, es famosa por sus pozas naturales y palmeras inclinadas que se extienden sobre las aguas del océano. Nagua es un lugar excelente para probar delicias marinas frescas. Uno de los platos tradicionales es el “pescado a la Nagua”, un pescado frito servido con tostones y una salsa picante.
Cabrera está ubicada al norte de Nagua, es una pequeña ciudad costera conocida por su belleza escénica y villas de lujo. A diferencia de otros destinos más comercializados, Cabrera ha mantenido un encanto auténtico.
Sus playas son muy apreciadas. Playa Diamante es una playa poco profunda con aguas cristalinas que parecen una piscina gigante. Rodeada de cocoteros, es ideal para familias y aquellos que buscan relajación. El Saltadero: una serie de cascadas y pozas que ofrecen un refrescante baño en medio de la jungla. Es un lugar perfecto para escapar del calor y sumergirse en la naturaleza.
Villas de lujo: Cabrera es conocida también por sus lujosas villas, muchas de las cuales se alquilan para vacaciones. Estas propiedades ofrecen vistas impresionantes del Atlántico y servicios de primera clase.
Río San Juan, ubicado más al norte en la provincia de María Trinidad Sánchez, es un encantador pueblo pesquero con una serie de atracciones naturales, como La Laguna Gri Gri, una laguna de manglares que se puede explorar en barco. Los tours suelen pasar por cuevas y zonas donde se pueden observar diversas aves y fauna. Playa Caleton, una playa pequeña pero impresionante con arenas blancas y aguas tranquilas. Es un lugar ideal para pasar el día haciendo picnic y nadando. Cueva de las Golondrinas, situada cerca de la Laguna Gri Gri, es una cueva que alberga a cientos de estas aves. Es un espectáculo maravilloso ver las golondrinas salir en masa al atardecer.
Nagua, Cabrera y Río San Juan son ejemplos del encanto diverso y aún no comercializado de la República Dominicana. Estas regiones ofrecen una mezcla de playas impresionantes, naturaleza prístina y cultura local. Para aquellos que buscan un escape tranquilo y auténtico, estas gemas del noreste dominicano son destinos imperdibles.
La región noreste ha visto el valor en el turismo sostenible y comunitario. Se han establecido iniciativas para promover el turismo ecológico, y hay un esfuerzo continuo para garantizar que las comunidades locales se beneficien directamente del crecimiento turístico. Esto no solo ayuda a la economía local, sino que también garantiza que los visitantes obtengan una experiencia auténtica, conectándose con las personas y la cultura.
Por Eduardo Houellemont