Aunque somos un territorio no muy extenso, podemos ir de un punto rápidamente, de hecho, la distancia más grande en nuestro país son 545 kms. Justo en el centro del país hay un lugar que desde 1962 ofrece un lugar de descanso y buena comida para los viajeros. En aquel entonces viajar al Cibao desde Santo Domingo era una travesía de más de mediodía, y el dominicano no acostumbra pasar tantas horas en un vehículo. Los paradores se popularizaron en la autopista “Duarte”, principal del país, de ellos el Restaurante Típico Bonao fue uno de los preferidos.
El emprendedor Francisco Antonio Batista García (Don Oscar) inició este negocio hace 59 años, él tenía la experiencia de crear restaurantes desde la década del 1950, el Viejo y Nuevo Madrid, negocios que haría su hito en la época. Don Oscar tuvo la visión de llevar su primer restaurante de la ciudad de Bonao a la autopista para que los transeúntes pudieran detenerse, descansar y disfrutar de su gastronomía, que fue creciendo en fama con el pasar del tiempo. Oscar Batista, quien tomó las riendas del restaurante desde el 1996 de manos de su abuelo, indica que lo que ha mantenido el lugar en el gusto del público es la tradición y la vocación de servicio.
En actualidad cuenta con dos locales a ambos lados de la autopista, uno a la entrada de la ciudad de Bonao y el otro justo en el kilómetro 90 de dicha autopista, se denominan “norte” y el otro “sur”. Recientemente han instalado una sucursal cerca de la ciudad de la Romana, en la autovía del Coral. Aunque lleva otro nombre, la familia Bautista ha instalado un nuevo negocio justo al lado del Típico Sur que se llama Caffe Monte Carlo, queriendo llevar un poco más lejos la experiencia gastronómica del visitante. “El compromiso con el legado de mi abuelo me ha dado fuerzas, es lo que me motiva a dar el 100% sin horarios”, dijo Oscar Batista, quien lleva la administración de 3 negocios que funcionan de lunes a lunes, en jornadas de servicio al público que comienzan en la madrugada y concluyen cerca de la medianoche.
El Típico Bonao es toda una institución gastronómica, que ha sabido elevar la típica comida dominicana a niveles de cielo, de porciones adecuadas y presentadas de una manera gourmet. Han ganado innumerables premios gastronómicos tanto nacionales como internacionales. En los tres restaurantes podrás degustar platos de nuestra comida criolla tales como: mofongos de plátano o yuca, pozuelito de habichuelas, bollitos de yuca rellenos, kipes rellenos, empanaditas, mondongo, asopao de camarones, sancocho, ensaladas, cordero asado, carne frita de cerdo, pechuga de pollo, bistec en salsa, chicharrones de pollo, y más.
Por otro lado, el amplio menú incluye una serie de platos internacionales estrellas como el conejo braseado, la ternera blanca, el cordero asado y cortes de carnes angus hechas a la parrilla. Nuestras recomendaciones para el almuerzo o cena son: su famoso chivo guisado al brandy de jerez, bistec en salsa de cebollas, guinea salvaje, cangrejo guisado o Asopao de camarones de la bahía de Samaná.
Desayunar en el Típico Bonao es todo un espectáculo, eso sí, vaya preparado y con hambre pues le espera un delicioso banquete, puede optar por opciones tradicionales como frutas o pancakes pero le sugerimos la experiencia del Desayuno Típico Bonao (un verdadero desayuno dominicano con todo!).
El ambiente que le espera es casual, al aire libre bajo el techo de palma cana de una amplia terraza rodeada de un espectacular jardín de plantas y flores tropicales. El servicio es amable y eficiente, los tiempos son razonables, así como los precios del menú, dada la calidad esperada.
Si se están trasladando por la Autopista Duarte, les encomendamos detenerse en este emblemático parador; quién sabe, quizás tenga la suerte de encontrarse con gente famosa. El típico Bonao es la tradición del dominicano y es muy querido. Tómese su tiempo o bébese un “cortadito” del mejor café dominicano.
A cualquier hora del día, para un buen desayuno, almuerzo o cena, un buen café, merendar o simplemente para relajarte y estirar tus piernas, el Típico Bonao estará esperándote.
Por Eduardo Houellemont