Cada lugar tiene una historia. Podemos rastrearla por los nombres de las calles y avenidas, o nos puede llegar por el arte, como me pasó cuando vi el restaurante Odette… un nuevo lugar en la ciudad (abrió a finales de enero).
Quienes aman el ballet seguro conocen la historia de Odette, la amada por Sigfrido convertida en cisne por un hechicero… En ella está inspirado este restaurante, ubicado en la avenida Gustavo Mejía Ricart esquina Abraham Lincoln, que -delicado y lleno de claridad, como la protagonista de ese cuento- abre a las 12:00 del mediodía. Te puedes quedar ahí, en el agradable primer piso, con sus áreas interiores y exteriores, con sus detalles, plantas naturales, sus ventanales y elegancia casual, disfrutando una deliciosa comida ¡su menú es fabuloso!, o si ya son las 5:00 de la tarde, subir las escaleras de madera y llegar al lounge Odile, más íntimo y seductor, más “cisne negro” del “Lago de los Cisnes”.
Empecemos por el salón principal, ubicado en la planta baja, que es un invernadero climatizado y en pleno crecimiento, representa la pureza del cisne blanco. Allí, mesas de una piedra verde oscuro pulida, no mármol, o de madera, acogen entre plantas naturales a los comensales. La subgerente Sheila Betances, me cuenta que pronto crecerán más ramas y que la zona de cómodos sofás pegada a los ventanales está protegida por amplias hojas para que el sol no incomode a nadie. También puede comer en la terraza, decorada con bambú y palmeras, muy refrescante.
En este primer piso está el bar Tropical, con “cocteles de notas cítricas conjugadas con especias y hierbas de nuestro entorno”, pero si es amante de los vinos, le recomiendo la vinacoteca, al fondo, con sommelier incluido… donde podrá degustar un Malbec argentino, un Rioja español, Beaujolais o Pignot Noir francés o un Vigna Monticchio italiano, por copa ¡o por coravín! Ese es un valor agregado, porque ese pequeño dispositivo permite extraer el vino de la botella sin necesidad de descorche, lo se garantiza que el resto del vino permanece sin que se alteren sus cualidades y tú tienes una copa perfecta cada vez que te plazca. A su lado, un pequeño salón con capacidad para doce personas.
Les seré honesta, esta vez no tomé vino. Como me encanta probar cosas nuevas, preferí un coctel, el Santa Odette (tanqueray, guanábana, cordial, limón, hermosas flores comestibles y una rodaja de naranja servido en una copa negra por fuera y dorada por dentro… Nada de esto explica el sabor… Hay que atreverse a probar. ¡Valió la pena!; de aperitivo, los dátiles crujientes con queso de cabra me sorprendieron, y como plato principal (¡me fue difícil elegir!) pedí Striploin a la brasa con guacamole. ¡Todo fue delicioso! ¿De postre? Un “O.dette”. Sin palabras.
La próxima vez veré entre el chili de cordero con hummus y nueces, los pescados (salmón, carpaccio de atún, ceviche…) las pastas, el risotto, las ensaladas… Hay una de durazno rostizado con prosciutto, nueces y gorgonzola, interesante, ¿y qué decir de ensalada de sandía a la parrilla?, supe que lleva un yogur de coco hecho por ellos ¡desde cero! Mis felicitaciones al chef ejecutivo Eric Malmsten y a su equipo, quienes han creado platos y conformado un interesante menú (Supe que hacen el aceite de oliva… ¡tengo que probarlo!).
Bueno, volviendo al “Lago de los Cisnes” y sus protagonistas, a las 5:00 de la tarde, “Odile”, el cisne negro, les da la bienvenida. Una escalera de caracol conduce hasta este lounge especial; mientras suben, disfruten la textura del pasamanos, es uno de esos pequeños detalles que encontrarán. Estarán en otro lugar: sofás, cómodos sillones, cojines, rincones, arte, selecta iluminación… Un modo distinto y seductor. El bar de Odile se especializa en tequilas y mezcal, pero tienen mucho más, por supuesto, y no solo de bebidas, también deliciosas tapas y antojitos nocturnos, como Wayuu Burger o sus hot dogs… y los aperitivos que están en el menú de Odette.
Mucho que disfrutar… Música incluida.
Para cuando quieran una velada especial.
Por Miriam Veliz
