En la entrada del Convento de San Francisco, Primero de América, surgen desde hace años, y también, están pendientes nuevas restauraciones de esta impresionante obra realizada al inicio del 1504. El mismo está ubicado en el corazón de la Zona Colonial de Santo Domingo, en la calle Hostos esquina San Francisco, y en el frente de este maravilloso convento se disfruta de una de las actividades turísticas y de esparcimiento familiar más acudida.
Hablamos del denominado Grupo Bonyè, quienes desde hace más de una década se presentan en la entrada a las Ruinas de San Francisco a disfrutar el grupo y el sonido de con mucho sabor de los ritmos caribeños tales como Son, Salsa, Merengue, guarachas, boleros y bachatas, aunque marca una presencia los soneros, ya que se hacen demostraciones en la pista de baile de expertos, quienes van ataviados de la vestimenta, zapatos y los hombres con sus sombreros o las llamadas gorras conocidas como “guapachosas”. Ah, pero siempre los pantalones y camisas blancas con algún toque del color rojo, y los zapatos de puntilla y de dos tonos de colores como ha sido desde los años 40-50 en la Habana y otras regiones cubanas.
Sabor y sonido en esta cita obligada de un grupo inicialmente de aficionados y algunos reconocidos músicos especialistas, que incluso motivan a los habitués a subir a veces a tarimas a cantar a dúo uno de estos ritmos tan en boga en estos tiempos como son los antes mencionados. Recuerdo, que hace unos 10 años residiendo en Madrid, empezaron a abrirse escuelas o pequeñas academias para aprender bachata y salsa, los europeos residentes y visitantes. Hoy en día, son los negocios caribeños los más visitados por estos y donde aprovechan para hacer práctica de lo que han escuchado o aprendido en escuela o talleres.
Originalmente, el Grupo Bonyé se origina como una peña o convite de jóvenes que heredado de sus padres o familiares gustan de los géneros descritos, en principio surgen en el Bar El Sartén de la Zona Colonial, solamente lo que podían en ese momento música de percusión, y luego fueron creciendo, contratan a músicos autóctonos en Villa Mella, iniciándose con Juancinton, un excelente percusionista.
A través de los años, la peña en las ruinas se fue haciendo costumbre y decidieron no tocar más encima de la música. Crecieron, ya no eran los muchachos entusiastas y artesanales de dicho grupo, y fueron afinando, agregando instrumentos, etc. hasta que uno puede pensar que tiene o escucha a un Compai Segundo, Omara Portuondo, Ibrahim Ferrer, y tantos virtuosos del Grupo Buena Vista Social Club, reconocidos y aplaudidos en diferentes y grandes capitales y continentes.
No queremos concluir sin hacerles saber que los asistentes pagan muy poco por alquilar una silla y su mesita, si no quieren estar de pie, todo muy organizado. Igual les sugiero no dejar de pedir que le complazcan en peticiones, y me pongo de ejemplo siempre solicitando “Lágrimas Negras…”
El Grupo siempre hace reconocimiento que, desde hace unos años, cuentan con el apoyo logístico del Ministerio de Turismo, organismo que le brinda las facilidades para la tarima, luces, entre otros detalles para brindar un espectáculo de más calidad. Y, si mal no recuerdo una presentación sabatina en la noche en la Plaza de España. Este proyecto, en definitiva, ha aportado mucho con su apoyo al citado Ministerio de Turismo y a la Alcaldía.
Por Victoria Curiel
