Las Dunas de Baní se encuentran en la Península de Las Calderas , entre los poblados de Matanzas, Las Calderas y Las Salinas (Provincia Peravia, República Dominicana). El campo de dunas ocupa toda la penísula y se extiende por unos 15 km en línea recta en sentido este-oeste, su máxima anchura; en sentido norte-sur, su máximo es de 3 km pero generalmente es menor.
Las arenas de estas dunas son finas y bien seleccionadas, ricas en cuarzo y feldespatos, cuya alimentación procede de los sedimentos arrastrados desde el arroyo Bahía, cuya desembocadura está a unos 5 km; desde el río Baní, que desemboca a unos 12 km; e inclusive desde la desembocadura del río Nizao, a unos 25 km de distancia. Los sedimentos de estos cursos de agua son trabajados por la acción de las corrientes y el oleaje del Mar Caribe, y la acción de los vientos en una dirección y a velocidades más o menos constantes es responsable de la selección y acumulación de las arenas para formar las dunas, un fenómeno natural que se inició en el Pleistoceno.
La altura máximas de las dunas alcanza 35 metros y se calcula, en forma conservadora, que existen 117.4 millones de metros cúbicos de finas arenas azules en esta área natural protegida, que presenta una gran belleza que no tiene paralelo en ninguna otra región de la isla y, quizás, del Caribe insular, comprendiendo en su totalidad un ecosistema de características muy especiales cuya conservación es de importancia prioritaria.
La flora de este monumento natural se enmarca dentro de la zona ecológica del Bosque Seco Subtropical (Bs-S), aunque en la costa norte de la Bahía de las Calderas colindante con el campo de dunas y en las zonas inundadas, se encuentra el mangle rojo (Rhizophora mangle), seguido del mangle botón o falso mangle (Conocarpus erecta) en terrenos arenosos y secos. También quedan algunas muestras del mangle prieto (Avicennia germinans) y del mangle amarillo (Laguncularia racemosa).
En las dunas, como árboles de anclaje o fijación, se encuentran el aceituno (Simarouba berteroana) – endémico de esta región – y el cambrón (Acacia macracantha). Otras especies presentes son la cotinilla (Metopium toxiferuna), guao (Comocladia dentata), uva de playa (Coccoloba uvifera), saona cimarrona (Ziziphus reticulata). Los cactus están representados por la alpargata (Consolea moniliformis), tuna brava (Opuntia dillenii), guasábara (Cylindropuntia caribaea), guasábara pilotera (Opuntia antillana), yaso (Harrisia nashii), cayucos (Lemairecereus hystrix y Pilocereus polygonus), el melón espinoso (Melocactus lemairei) y el bombillito (Mammillaria prolifera).
La herpetofauna está representada por dos especies de pequeños lagartos de los géneros Leiocephalus y Ameiva. Por ser un área seca y salobre, no hay anfibios.
La avifauna está compuesta, entre otras, por la garza pechiblanca (Hydranasa tricolor), viuda o doctor (Himantopus himantopus), ti-ito (Charadrius voxiferus), flamenco (Phoenicopterus ruber), rey congo (Nyctanassa violacea), gaviotas (Sterna dougallii y S. maximus), tórtola aliblanca (Zenaida asiatica), rolita (Columbina passerina).
En esta zona aparecen algunas áreas llanas (“vallecitos”) formadas por sedimentos de playa que reciben el nombre de “salados” y que, en algunos casos, son invadidos temporalmente por aguas marinas, como es el caso de El Salado del Muerto. juan manuel y tito.