Una terraza al aire libre, con árboles, es siempre agradable, y que sea parte integral de los espacios de un restaurante, lo hace aún más especial ¡no abunda ese tipo de establecimientos! Estuve en una que ofrece una sensación casual, acogedora, relajante y que es el primer espacio de Loretta, un bistro chic, coqueto y ecoamigable, con suaves aires “vintage”, que da la bienvenida a amigos, comensales relajados, amantes de la naturaleza… especialmente a nosotros, los que nos enamoramos de los árboles, los que queremos sentirnos acogidos de un modo especial…
Mi primera entrada a Loretta fue una mañana para desayunar a eso de las 10:00. El brunch en la terraza aire-acondicionada estuvo muy agradable: huevos benedictinos, tostadas, un delicioso café… una mimosa y música al volumen perfecto para conversar… Esta terraza, con capacidad para 22 personas, es agradable: techos inclinados de madera y lámparas elegantes enjauladas para un toque diferente, sillas y mesas dispuestas con espacio suficiente para no sentirse presionado, y unos camareros sonrientes, me hicieron pensar en regresar más adelante. Y lo hice.
En otra ocasión fui a final de la tarde y, sentada en la terraza abierta, protegida por las plantas del lugar y cerca de un árbol lleno de lucecitas cuyo brillo sorprendentemente no incomoda, me tomé un gin-tonic en honor a un ser muy muy querido con quien asocio los árboles y esa agradable bebida. Hay gin-tonics tradicionales. La tercera vez pasé acalorada, entré en el salón interior, donde además está el bar, y me tomé un jugo verde que supo a gloria y que les recomiendo intensamente en días de altas temperaturas… delicioso y refrescante, hojas de menta, apio, manzana verde, limón, piña… un ligero toque de jengibre… (puede pedirlo con pepino también) ¡no es fácil complacerme con eso de jugos verdes, pero superaron mis expectativas! Lo disfruté mientras miraba las sillas y mesas, sus hermosas tonalidades, un techo de vidrio que permite disfrutar el cielo… Prometí regresar y comer algo “en serio”.
Aquí, igual que en el elegante salón dorado que está justo al lado, también los árboles forman parte integral de los espacios, así como detalles parisinos, con su famosa torre Eiffel, cuadros y dibujos de avecillas, lámparas hermosas. Definitivamente saben lo que hacen.
Regresé. Esta vez pensando en escribir para ustedes. Me fijé en otras cosas. La música y la luz seguían ahí, creando un ambiente íntimo; el tipo de lámparas, los techos, el cristal y la madera como materiales predominantes, dos sonrientes camareros… ¿Han probado un mojito de coco? Yo me arriesgué. Es una rica bebida con hojas de menta, leche de coco y ron blanco con un poquito de azúcar que sirvieron en casuales jarros de metal color bronce. Lo disfruté en este ambiente entre francés y tropical con cactus de hojas carnosas, especie de rosas verdes, decorando el centro de mesa.
El menú es variado: hay diversos entrantes, sopas, platos franceses, dominicanos, internacionales, pastas, risottos, diversos cortes de carnes, mariscos (una entrada rica es pulpo gallego), salmón al grill y… ¡lo que no está en el menú! Pregunte a los camareros por sus sugerencias. Chivo hindú (con canela y hiervas aromáticas), filete gorgonzola… Si les gusta la carne jugosa, prueben la paletilla de cordero. ¡Deliciosa! De verdad me encantó, pero es para compartir, le aviso. Hecha a fuego super lento, bien sazonada, jugosa, es un plato que pronto añadirán al menú pero que ya preparan, ¿qué les parece? El chef, Francisco Díaz tiene buenas ideas, buena mano… e ingredientes frescos.
Mirando el ambiente, al principio iba a calificarlo de casual, pero no es del todo cierto, de las cuatro áreas en que se divide este establecimiento, hay una especialmente formal con capacidad para 35 personas. Aunque todas son coquetas y cuidadas, esta es más elegante, los sofás, el tapizado, las lámparas… le llaman el salón dorado, así que ya se pueden imaginar.
Y les cuento algo más: este es uno de los varios restaurantes de una familia en la que los hijos se han dedicado a esta exigente industria: está Fratello, poco conocido, también vintage y muy íntimo, en la calle Federico Geraldino casi esquina José Amado Soler, que a mí personalmente me hace sentir muy cómoda; a unos pasos de ese, Filomena, especializado en carnes, y recientemente abrieron La Rambla Bistro Grill, en la avenida César Nicolás Penson, que parece ser el más formal, pero del que no les puedo contar.
Con esto les dejo. Espero que mi experiencia les sirva de invitación. ¡Buen apetito!
Por Miriam Veliz