Se habla de música alternativa, teatro alternativo ¡incluso cultura alternativa! El concepto puede ser interpretado de muchas formas, así que empezaré por aclarar a qué me refiero… Para mí, cultura lo abarca todo: desde los rolos con que sale una doña por la calle hasta la música que escuchas, el transporte que usas, todo lo que atañe al ser humano. Y el término “alternativa”, tan en boga… bueno, ¿qué les digo? No se trata de “underground”, sino más bien de algo como la ciudad primada de América. Lleno de alternativas. En nuestra Ciudad Colonial el bohemio encuentra espacio tanto como el amante de la historia, el joven tanto como el anciano… el académico, el rastra, el bailador… todos hallan algo que hacer en esta ciudad “inclusiva”, donde se hace vida en las calles, donde se encuentra y comparte gente de todas las clases sociales, un espacio lleno de monumentos, de iglesias, cafeterías, bares, tiendas y parques, de salas donde se conversa y se presentan exposiciones de arte (mayormente pintura, dibujo, fotografía), espacios donde se baila son, se escucha jazz, se presentan obras teatrales. Para mí, eso la hace una ciudad alternativa.
Puedes disfrutarla caminando, montado en bici, en trikke (especie de patineta eléctrica de tres ruedas que se está abriendo camino), en románticos coches tirados por caballos… La gente anda por aquí tranquila, pues la zona tiene bastante seguridad (lo que no es razón para descuidarse, claro).
En mi paseo noté varias fachadas antiguas restauradas, calles más limpias, unas con la calzada a nivel de la acera, y otras -mayoría- al menos en las esquinas, lo que la hace un poco más amigable para los ciclistas… ¡Y vi varios!, algunos solos, otros en pareja, en grupo, en familia, con bicicletas dobles o de las que tienen para llevar a los bebés atrás, con canastas… por eso quise indagar y entré en Zona Bici, la primera tienda de esta modalidad en la zona.
Es un lugar refrescante, no solo por el barcito en que ofrecen cervezas de manufactura local de alrededor de ocho marcas distintas, no muy comerciales, sino por la gente y su cooperativa y amistosa forma de pensar: José Miguel Paliza y Laura Bogaert, jóvenes a la cabeza de esto, vinieron con la idea de Barcelona, donde vivieron tres años y José Miguel creó una bici que incluso patentó. Al principio la gente les decía que estaban locos, pero ahora tienen competencia: hay como diez establecimientos dedicados a lo mismo en la zona, y eso les parece súper bien: se abrió un nicho, más gente monta bici, dicen.
Ellos, que empezaron en septiembre de 2015 con apenas 8 bicicletas, ¡ahora tienen cien! Desde la playera, que es la estrella de la flota, hasta mountain bikes, híbridas, triciclos… “Hay modelos adecuados para gente desde un año hasta noventa”, señala Laura. Y además de alquilar (lo que incluye casco, candado y botella de agua) tienen allí taller para cualquier cosa que se le pueda presentar a un ciclista, desde aire para las gomas hasta reparar o restaurar bicicletas antiguas.
Hay cantidad de cosas que contar de ellos, todas agradables, porque son personas abiertas a la vida y su proyecto lo refleja en muchas formas, pero como mi idea es dar una vuelta por la zona aprovechando el tiempo libre, mejor pasamos a las rutas: si quieren solo alquilan la bici y se van por ahí disfrutando a sus anchas, en pura aventura, pero también pueden pedir un guía o solicitar que les diseñen una ruta según sus intereses (les entregan un mapita donde la marcan): para visitar parques, museos, iglesias, la zona en general… ir a su aire y siguiendo la dirección de las vías. Les doy la ruta sugerida para mí: sales de Zona Bici en la calle Arzobispo Meriño #217 y sigues la dirección del tránsito hasta el callejón de la calle Macorís, entra, disfrútalo, y continúa… Cerca está el romántico callejón de Regina, cuyo nombre le sonará a los lectores de libros dominicanos. Estos callejones siempre me llevan a tiempos remotos o me hacen pensar en conversaciones compartidas con amigos. Luego la ruta llega al monumento a Fray Antón de Montesinos, de quien ya deben saber algo, e incluye pasar por un monumento a la nobleza de nuestra gente: una columna jónica que recuerda la tragedia de la Balandra Aurora y a quienes intentaron salvar a la tripulación y perecieron en el intento. Sigue hasta el Parque de los Enamorados, la Plaza de España, todo muy “turístico”, y nos aterrizan de golpe en la vida de un gran por ciento de nuestra población: Santa Bárbara, un barrio marginal con mucha historia que aunque es parte de la “ciudad intramuros”, se ha quedado rezagado. José Miguel dice que es el “primer ghetto del Nuevo Mundo”, que aquí “almacenaban” a los esclavos y apenas ahora está saliendo del abandono gracias al proyecto de murales “Hoy Santa Bárbara”, que han llenado de color muchas de sus paredes. Algo digno de ver. Arte al rescate.
Mi paseo de bici termina… ¡qué grata experiencia y cuántos lugares por recorrer! Una forma más de ir a la caza de experiencias ricas, divertidas, maravillosas. Los invito, no se arrepentirán!
Miriam Veliz