La geografía plana de Santo Domingo y el clima que no reconoce la última estación del año: el invierno, permiten que los visitantes disfruten de muchas actividades al aire libre en diferentes puntos de la ciudad, tales como los parques, un malecón con espectacular vista al mar Caribe, y por la zona donde hay unos bellísimos hoteles de las más importantes cadenas hoteleras mundiales, pero, que también existen pequeños hoteles y aparta-hoteles, que están a precios para “la capacidad del bolsillo del usuario” y ni hablar de restaurantes económicos que les permiten liberarse en los alrededores de los comedores –algo más costosos- y dependiendo del paquete que se ha tomado, si incluye desayunos u otras comidas.
En el corazón o centro de la capital de República Dominicana, es de muy fácil acceso la Zona Colonial, área declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sin dudas, lo que más gusta e impresiona al turista, y a cuyas calles se acceden fácilmente, también están compañías operadores de turismo con sus guías en varios idiomas. Recomendamos un paisaje urbano, dinámico y cosmopolita. La coquetería de sus angostas calles, donde pueden visitar puntos estratégicos como el Alcázar de don Diego Colón o Palacio Virreinal de Don Diego Colón es un palacio situado en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, el cual fue construido sobre un solar cercano a los farallones que miran hacia el río Ozama, concedido a Diego Colón, hijo primogénito del descubridor de América, por el rey Fernando el Católico, para que edificara una morada para él y sus descendientes en la isla Española, a la cual llegó en 1509 en calidad de gobernador.
El Alcázar de Colón fue construido siguiendo las influencias del existente en Mancera de Abajo, Salamanca, España. De estilo gótico mudéjar, y también algunas características renacentistas. Fue el primer palacio fortificado construido en la época hispánica.
La propiedad del palacio fue objeto de litigio por cerca de dos siglos. Posiblemente en 1586 el pirata inglés Francis Drake, durante su invasión y a la isla destruyó o se llevó objetos de valor de la antigua casa de Diego Colón. Luego de varios siglos se protegieron sus ruinas y se constituyo en monumento nacional. La última remodelación fue realizada entre el 1955 y el 1957, por encargo del gobierno dominicano. Fue llevada a cabo por el arquitecto español Javier Barroso, junto a un equipo de competentes arquitectos conservacionistas dominicanos.
Otro atractivo y emblemático paseo a descubrir es el de la calle de las Damas, desde donde se observa toda la parte amurallada de la ciudad, la avenida del Puerto y el rio Ozama.
La primera calle del Nuevo Mundo, muy bien restaurada, debe su nombre a las damas de la corte que tenían la costumbre de pasearse por ella y sobre todo, a María de Toledo, virreina de la colonia, nieta del rey de España y esposa de Diego Colón, hijo del famoso navegante.
En la actualidad, el visitante puede seguir los pasos de estas damas a lo largo de esta magnífica calle que rebosa de encanto y adentrarse en un viaje en el tiempo que parece haberse detenido en este lugar tan tranquilo, con la única distracción de los gritos de los niños que juegan delante de las pintorescas fachadas. La calle de Las Damas está bordeada de muchas casas coloniales y edificios interesantes. Sale de la plaza de España donde se erige el Alcázar de Colón. Además de la casa de Ovando, la fortaleza Ozama y la capilla de Nuestra Señora de los Remedios, alberga la casa de Francia, un edificio gótico de principios del siglo XVI que perteneció al gobernador Nicolás de Ovando y en el que Hernán Cortés preparó su expedición a México. Renovada en 1932, se cedió en 1978 durante cincuenta años a Francia que la utilizó como centro cultural antes de transferir aquí su embajada, ubicada frente al hotel Nicolás de Ovando de la cadena francesa Sofitel, se puede admirar el Panteón Nacional que alberga los restos del héroe de la historia dominicana, particularmente de la guerra de Independencia. Antigua iglesia jesuita construida entre 1714 y 1745, el edificio ha sido sucesivamente un almacén de tabaco, un seminario y un teatro en 1860, antes de ser transformado en un Panteón en 1955 por el dictador Trujillo. La nave central forma una cruz con las capillas laterales. En la intersección encontramos una cúpula decorada con una majestuosa lámpara de araña de bronce que Franco ofreció a Trujillo. En el extremo de la calle de Las Damas, llegando a la plaza del Alcázar de Colón, se puede observar un reloj de sol construido en 1753 bajo las órdenes del gobernador Francisco Rubio y Penaranda encuadrado por cuatro cañones.
Por Victoria Curiel