Por Victoria Curiel
Para el disfrute del turismo cultural de excelencia el Centro León de Santiago confirma cada vez más que tanto sus exposiciones permanentes como temporales son una verdadera propuesta de actividad turística cultural de excelencia. La exposición de arte moderno y contemporáneo que se expone actualmente ofrece al público nacional e internacional una oportunidad exclusiva de profundizar y educar su mirada sobre la producción pictórica dominicana del siglo XX y principios del XXI.
El coleccionista Juan Manuel Portela Bisonó, importante mecenas y empresario arrocero, es un amante de las artes desde temprana edad y goza de un duende artístico que ejecuta en el dibujo con pronunciada destreza. El Centro León le abrió su espacio desde el 1ro. de abril hasta finales de junio, para lucir una exhibición de unas doscientas obras.
Por estas extraordinarias obras ser de colección, el Centro León, atento a difundir cultura y educación con didáctica lúdica, ofrece en la entrada una muestra para niños jóvenes y adultos sobre lo que es “coleccionar”, ser coleccionista y establecer una colección. Todas y todos tenemos la suerte de recordar nuestras experiencias en la colección de sellos, tazos, objetos seleccionados como saca puntas, dedales y opciones más sofisticadas y visuales como la colección de sillas miniaturas, modelos de grandes de arquitectos, como los prestados de su colección por el famoso arquitecto José Antonio-Tony-Caro, quien colaboró –como es su costumbre- para el disfrute de esta colección. Esa respuesta solamente puede darle un ser humano apasionado por el arte y la cultura, y además ser coleccionista.
Una vez empapados por este guiño didáctico, entramos con alegría a la Colección Portela-Bisonó. En su conjunto, al entrar presenciamos un montaje que facilita abordar una consecuente diversidad de conceptos y propuestas donde pueden aparecer obras de contenidos relacionados con el retrato, el paisajismo, la abstracción en firmas de maestros como Celeste Woss y Gil, George Hausforf, Eugenio Fernandez-Granell, Guillo Pérez y Clara Ledesma, todas ellas agrupadas en su espacio “Consistencia”.
Cuando se abarca la historia dominicana de la segunda mitad del siglo XX, no se puede evitar de reunir a los artistas emblemáticos de la lucha por la soberanía y la democracia, honrados y expuestos en el conjunto “Compromiso” donde podemos deleitarnos con las obras de Ada Balcácer, Soucy Pellerano, Orlando Menicucci y Daniel Henríquez.
Ahora bien, todo coleccionista tiene sus propias pasiones e inclinaciones, y Juan Manuel Portela lo demuestra en núcleos dentro de la exhibición, donde Domingo Liz y Paul Giudicelli, ocupan un ámbito de complicidad e intimidad con el coleccionista, en este caso también artista, ya que al lado de ellos presenta sus trabajos, demostrando su pasión por estos maestros de las artes plásticas contemporáneas.
La selección de Domingo Liz, confirma a un maestro único , con una gran propiedad y personalidad en su obra, coherente en su totalidad.
Es un regalo, en la delicadez del trazo dibujístico, en las transparencias de los colores tiernos suaves del gris al azul, en las evocaciones a las luces que se mantienen en equilibrio permanente a través de sus transparencias de nubes y aguas del río Ozama, a orillas de donde vivió más de 40 años de su vida.
La factura de Giudicelli se impone por arquitectura matérica de adobes retenidos en el yute. Una obra totalmente terrestre, donde se imponen geometrías y símbolos desde los códigos más ancestrales hasta los giros geométricos y constructivistas de la post modernidad. Es obvio, que estos dos maestros han marcado al mirada hacia el arte del coleccionista pero también su pensamiento ético y estético, por eso el conjunto del núcleo se titula “Cercanías”, como una secuencia de tres complicidades visuales.
Toda colección tiene siempre su joya y esta nos invita a disfrutar de los dibujos de Fernández-Granell adquiridos por José Manuel Portela, desde la colección del autor y fundador del surrealismo, el francés André Bretón, lo que valora la exhibición con un contenido y un fundamento universal que en los años 48-49, hizo del Caribe un espacio de reflexión y exploración estética para las vanguardias que se reclamaron del surrealismo.
La exposición, ofrece varios niveles de acercamiento, es libre abierta, circulante atrae diferentes ojos desde el más tímido hasta el más erudito, permite que todas las sensibilidades encuentren en ella complicidades visuales. Extendida a la biblioteca, la colección se engrandece de una apertura segura a propuestas más inscritas en los desafíos del arte actual e internacional donde participan artistas como Jorge Pineda, lo que nos señala que Juan Manuel Portela sigue y seguirá con el arte de coleccionar, lo que nos garantiza compromiso, consistencia y cercanía con la producción artística dominicana frente al futuro.