Es con “c” y “rucio” significa pardo, que decía Colón que los animales eran de este tono en esta zona.
La carretera es sinuosa, el viaje no es cómodo, pero el paisaje eclipsa todo lo demás. Según se acerca uno a la costa aparece una extraña aridez que da la sensación de que el tiempo pasa más despacio, o de que importa un poco menos. A nosotros nos recibe uno de los atardeceres más bellos que he visto en la isla.
Punta Rucia está cerca de La Isabela, entre Puerto Plata y Monte Cristi. Es un pequeño pueblo de pescadores que discurre a lo largo de una calle de tierra siguiendo la línea de la playa. Apenas tres colmados, media docena de comedores y restaurantes, y todas las caras con una sonrisa perenne adornan esta calle principal con sus casas de madera bicolor.
En el centro de una pequeña plaza hay una yola adornada llena de luces de colores que hace las veces de árbol de navidad. Alrededor se reúnen, comparten y bailan todas las generaciones del pueblo, cada una a su manera, estilo y momento.
La playa es muy tranquila, poco profunda, y el agua está limpia; con lo que es muy fácil disfrutar a la hora de bañarse, descansar o pasear.
Hay muchas actividades para hacer, aparte de disfrutar de la playa y comer pescados y mariscos frescos. Recomiendo ir a Cayo Arena para ver el arrecife y la variedad de peces alrededor de este pequeño islote desierto de tamaño antojoso. Es un viaje corto en yola con visita a los manglares y baño en una piscina natural en medio del mar incluídos.
Dense una vuelta por Ensenada, está muy cerca y es una sorpresa de playa con al menos 20 sitios de comida juntos llenos de gente que hacen que el ambiente sea festivo todo el rato.
También es interesante ir a La Isabela a ver las ruinas de la primera ciudad del Nuevo Mundo, fundada en 1494. No se olviden de pedir jugo de naranja amarga, me lo van a agradecer.
Entre Ensenada y La Isabela está el Santuario de Mamíferos Marinos de Estero Hondo, que es un área protegida y hábitat del manatí. Ofrecen tours y con suerte se pueden avistar, además de la fauna local y una variedad impresionante de manglares.
Hay opciones de alojamiento para todos los gustos y bolsillos. No hay
demasiados, pero son suficientes. Ya saben lo que pasa con estos pequeños paraísos cuando se masifican.
Y sí, hay internet. Esperamos que se lancen y aprovechan todavía los días festivos de este mes de enero o para la Semana Santa.
Foto y texto: Ernesto Paredano