Me fui de fin de semana, finalizando febrero, a la comunidad de Miches, donde no había ido en más de 20 años, justamente, porque la única vía para llegar hasta hace poquísimos meses era por Sabana de la Mar, municipio de la provincia Hato Mayor; donde aunque a los lectores les parezca increíble, sus pobladores tienen medio siglo esperando una carretera como Dios manda. Estas son las razones de que muchas personas que conocieron a Miches hace muchos años o no lo conozcan aún, no habían regresado. Como es lógico estas son las causas, es decir, íntimamente ligada a las condiciones de la carretera de acceso a ese turístico lugar, donde la Cooperación Técnica Española en el país, construyó un embarcadero para dirigirse al Parque Nacional Los Haitises, que limita al norte con la Bahía de Samaná, al sur con los municipios de El Valle y Hato Mayor del Rey, y al este con el municipio de Miches. Pero, ya no hay razones para no conocer a Miches, porque ya tiene buenísimas vía de acceso, y por supuesto se inicia el desarrollo de la infraestructura turística.
Las principales actividades económicas de los municipios de Sabana de la Mar y de Miches son la agropecuaria y la pesca. La actividad turística se ha incrementado en los últimos años con el ecoturismo, y con los visitantes al Parque Nacional Los Haitises, próximo a la ciudad cabecera del municipio, donde se encuentra la más grande riqueza natural de las Antillas, como por ejemplo la mayor reserva de manglar del Caribe, cuevas con pictografías y petroglífos taínos; un bosque húmedo de frondosa vegetación que guarda aves endémicas y migratorias, así como especies en vía de extinción, las cuales forman parte de este lugar único.
Pero, como expresamos más arriba, Miches empieza a desarrollar su potencial turístico, y se le dio el sueño de ser incluida en la carretera del circuito vial del Este, el tramo que une a Bávaro con Miches y abierta hace pocas semanas al público, nos permite disfrutar de una excelente vía que atraviesa los lugares más interesantes después de dejar atrás los cañaverales y pastos que se cruzan desde Boca Chica hasta Bávaro por más de cien kilómetros. Además, existen otras vías para llegar, como son: desde Macao, Higüey, y la de El Seybo, que apenas en media hora nos lleva a Miches, donde ya se olfatea el futuro desarrollo, la elevación de los precios de las tierras, se habla mucho de un empresario que desarrollará el súper proyecto Tropicalia, y toda la parafernalia imaginativa de sus pobladores al respecto, está al máximo de la alegría y de la esperanza.
En la actualidad, solo se puede disfrutar de las impresionantes playas y los inmensos cocales de Punta Hicaco, Punta La Gina, Playa Esmeralda y Playa El Limón. Y los lugares para pernoctar y para comer más reconocidos son el Hotel Casa Loma y Coco Loco, cabañas con todas las comodidades como aire acondicionado, abanico, buenas camas y agua caliente para ducharse. Con una atención personalizada por su propietaria una suiza alemana casada con un dominicano de dicho pueblo. Aquí vienen a almorzar y cenar personas que incluso no están hospedados, pero conocen la fama de la gastronomía variada, pero afianzada en pescados, mariscos, carnes, y pastas. Es importante considerar que los pescados y mariscos son muy frescos y recién pescados.
Otro atractivo ecoturístico de Miches es su vasta y diversa vegetación de paisajes y elevaciones montañosas, desde las que disfrutamos lagunas humedales y cordillera. En la carretera de Miches a La Colonia del Cedro podemos contemplar a La Verrenda y a La Montaña Redonda. También, Los Haitises y su plantación de cacao a 600 metros sobre el nivel del mar. A 10 kilómetros en el distrito de La Gina se pueden disfrutar de talleres de artesanos, y es que esta comunidad posee seres con mucha creatividad. Otro lugar a conocer es la Mina de Oro a 7 klms. del centro de Miches. Aquí podemos imitar a los taínos porque podemos lavar tierra en busca de oro de aluvión. Por la mina se llega a Playa Esmeralda, y también se encuentran las dos lagunas: Redonda y Limón.
Miches es también un pueblo encantado y muy singular, sus casitas de maderas pintadas con colores hermosos y campechanos, y su playa en el mismo centro. Cualquier altura que uno tome disfruta del mar hacia el este; y hacia el oeste, la inmensidad de un verde y una vegetación única que cubre las montañas con sus siembras de cacao y café.