Todavía no faltan quienes expresan una aprehensión frente a la carrera artística de una mujer, temiendo que, por razones familiares y domésticas, no continúe produciendo con igual calidad y sobre todo igual ritmo de trabajo. Sin embargo, la experiencia nos dice que, en Santo Domingo, no existen esos problemas si son verdaderas profesionales del arte. No citaremos nombres, la lista se volvería larga, pese a que las artistas son todavía una minoría en relación con sus colegas masculinos. Zenobia Galar forma parte de esas pintoras que trabajan arduamente, buscan nuevas soluciones plásticas, deciden exponer con regularidad.
Ahora, Zenobia Galar expone en el Centro de Arte Noveau, una de las salas predilectas entre los jóvenes quienes saben que, allí, se les reserva siempre lugar. Zenobia Galar presenta una secuencia de cuadros, poblados, por figuras, por bodegones, por figuras combinadas con bodegones.
Desde la exposición anterior, la obra ha ganado en seguridad y en el mismo tratamiento pictórico, sin olvidar su admiración por Picasso, Tamayo y el exitoso pintor y escultor dominicano, Alberto Ulloa.
Los bodegones retuvieron particularmente nuestra atención, porque, en estos tiempos finiseculares, cuando todo parece haber sido dicho, desde la refinada sutileza del clasicismo hasta la ultima pasión por el tema en el cubismo, una pintora joven estima que tiene derecho a tomar la palabra. Su temperamento le hace descartar la exactitud minuciosa aprendida en la academia, pero tampoco se deja llevar por una placentera interpretación decorativa o un coqueteo con la abstracción. Zenobia Galar reconstruye sus modelos (reales, imaginarios) a partir de una realidad revisada por su propia sensibilidad y fantasía, con una inclinación hacia la bidimensionalidad neo-cubista. Allí, tampoco hay dogmatismo: hasta en un mismo cuadro se combina una visión plana con la volumetría reencontrada.