Uno de los lugares emblemáticos es el Restaurante Vizcaya, cuyo propietario el ciudadano español de Asturias, y dominicano por antigüedad en el país, y haber procreado su familia aquí, don Ramón Lombardero, cuyo lema ha sido “Tradición de precios justos, sin especulación”, y estas no son palabras al viento, ya que a través de más de 55 años, esta ha sido una constante del negocio, junto a la calidad y el servicio. El orgullo de sus propietarios es exhibir en la entrada un letrero con este dato: Desde 1955…, y como dicen los de habla inglesa cuando entran a un comercio antiguo, “Oh, since”…
Estar abiertos desde 1955 en este o cualquier país, es un record, algo difícil de lograr en el negocio de la gastronomía. Los Lombardero, porque hace unos años está al frente del negocio, José Ramón –hijo de don Ramón-, quien tiene el orgullo de haber crecido en el mismo y de haber aprendido las sabias enseñanzas de sus padres, sobre todo, de los conceptos de excelencia en la comida y en las atenciones, muy cálidas para toda su clientela. Conversando con Ramoncito como de cariño les decimos quienes lo conocimos desde niño, este nos confiesa: “Todos los días a las 6 de la mañana, llegamos mi papá y yo a los mercados, a las carnicerías y pescaderías a seleccionar lo mejor y más fresco, lo que entra en las madrugadas” Esa es la calidad que perciben los comensales en nuestra amplia carta de más de 200 platos.
Nobleza obliga con la familia Lombardero, y por tanto, debo hacer una breve historia de este negocio, el que originalmente fue abierto por la pareja de esposos españoles, don Vicente Blanco y doña María Paliza, quienes hasta ese momento tenían la popular Cafetera 1 y 5, ubicada en la calle Palo Hincado, frente al Altar de la Patria. Los Paliza fueron también originalmente los propietarios de la famosa marca de café Paliza, y en la Cafetera se consumía el mismo, por cierto, de excelente calidad y sabor. Luego, se motivaron a abrir este nuevo negocio, es decir, el Vizcaya ubicado en una arteria comercial muy importante como es la avenida San Martin, esq. Dr. Delgado. Esta vía era en la época la ruta para tomar la carretera del Cibao, a unos metros del primer y antiguo aeropuerto comercial General Andrews, y justo a una esquina de la famosa planta radial y televisiva La Voz Dominicana (hoy, Radio Televisión Dominicana, CERTV, canal oficial o estatal), hasta ese momento y durante años único canal de televisión del país. El edificio del restaurante fue construido por el Barletta, original para establecer la Santo Domingo Motors. Al cambiar de parecer, decidió este empresario italiano alquilar el local, que hasta el presente aún conserva la estructura y el diseño original, tanto exterior como en el interior, que solo le han hecho remodelaciones, siempre sostenida por muros y vigas, sin divisiones, porque fue concebido para salón de exhibición de vehículos.
Don Ramón Lombardero es propietario desde el año 1961, quien entra al escenario para quedarse hasta el día de hoy. Desde el principio concitaron la atención de la comunidad española en el país, sobre todo, de los republicanos que fueron asentados en el sisal de Azua, donde este asturiano trabajó arduamente la agricultura, y buscando progresar al poco tiempo se radica en Bani. En este acogedor Sur (Azua, Bani y San Cristóbal), se dedica Lombardero a salir a diario y de madrugada a los campos para adquirir productos que luego vende puerta a puerta, hasta establecer una carnicería y un pequeño almacén de provisiones. Finalmente, allí se casa con Juana Belkis Romero, banileja, quien ha trabajado codo a codo con su esposo e hijos.
En este espacio gastronómico no hay día de la semana flojo, allí confluyen a disfrutar y degustar los platos tradicionales españoles, siendo los más solicitados: la paella valenciana y marinera; bacalao a la vizcaína; conejos al vino y en otras formas; pescado chillo a la espalda; mero a meuniere; caldo gallego (los sábados solamente, la tradicional empanada gallega); callos a la madrileña; y, desde hace muchos años, los dominicanos empezaron a exigir carnes en diferentes cortes e importada también, así como el pollo en diferentes formas de prepararlo.
Cabe destacar, que además del éxito comercial del área de restaurante, el Vizcaya tiene fama por el movimiento de su “barra”, las razones es que allí, desde hace muchísimos años se celebran “peñas” de intelectuales, artistas, poetas y profesionales de nivel. Personalmente desde muchos años, recuerdo la que encabezaba mi padre Juan Luis Curiel, y en la participaban entre otros valerosos amigos, a Felo Haza del Castillo, Manuel Mora Serrano, Rodolfo Mesa Beltré, Freddy Agüero (que era el más joven de los habitués), y Freddy Gatón Arce, poeta y periodista, en esa época director del periódico El Nacional, quien escribía al mediodía o en la tardecita el editorial de dicho diario, y si se pasaban los traguitos, así iba el editorial de “duro y curvero”, con el gran riesgo que era en periodo de los 12 años de Balaguer. Y, cuando él sobriamente lo leía al otro día, llegaba al Vizcaya y decía “carajo, estoy casi preso”… Por eso afirmo, que el Vizcaya fue y es un gran refugio para los que necesitan buena compañía o comerse unas paletillas o piernas de cordero bien horneadas y adobadas, un caldito de madrugada o cualquier manjar bíblico salpicado de un generoso tinto de cuerpo, mejor aún, si es de viñedos galos. También, puede ser un buen cóctel de aperitivo o una buena cerveza vestida de novia, como gusta en este trópico.
Fotos: Miguel Tomás Pérez Ortíz