UN MARAVILLOSO SANTUARIO: las ballenas jorobadas de Samaná

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Por Miriam Veliz 

 

Un mar azul intenso, clima templado, un lugar tranquilo, eso es todo lo que buscan las ballenas jorobadas que cada año nos visitan para iniciar el “ciclo de la vida”: apareamiento, procreación, protección de la cría. Gigantescos cetáceos, amorosos y familiares, recorren cada invierno miles de kilómetros en un viaje cuya ruta parece haberles sido transmitida de generación en generación. Esta migración, una de las más grandes del mundo en su especie, parte desde Noruega, Islandia, Groenlandia, Canadá y Estados Unidos hasta este “acogedor territorio” donde las puede avistar desde el 15 de enero al 30 de marzo, aunque algunas permanecen hasta principios de abril.

La llegada de estas ballenas, cuyo nombre científico es Megaptera novaeangliae, a las costas de República Dominicana nos cuenta una historia de amor, perseverancia y supervivencia: estos cetáceos, que viven en las lejanas y frías aguas del Norte, vienen al extenso Santuario de Mamíferos Marinos del banco de la Plata, Banco de la Navidad y la Bahía de Samaná, que les brinda sus 33,000 kilómetros para realizar sus ritos a sus anchas. Aquí, usted puede ser testigo de un espectáculo sin igual: los machos saltan, tratando de llamar la atención de la hembra, les “cantan”, las enamoran entre juguetones y románticos, hasta que ellas aceptan y se aparean.

Otras vienen a parir sus crías, las amamantan, y esperan a que se fortalezcan lo suficiente para resistir el viaje de regreso a su hogar: es ternura y  protección, lo mismo que tratamos de brindar nosotros a nuestros recién nacidos. Aquí amamantan a sus ballenatos y los acompañan en sus primeros “aletazos”. Y eso es cada año desde no se sabe cuándo, pues oficialmente fue en 1979 cuando un grupo de científicos que seguían la ruta de estos mamíferos notificaron los primeros avistamientos en la Bahía de Samaná.

¿Imagina cómo se sentiría de saber que comparte el espacio con cientos de ballenas que recorren las aguas? ¿Imagina tener el privilegio de ver sus saltos, sus coletazos, verlas sumergirse, o escuchar el canto con que los machos atraen, “convencen” a las hembras? Cuando la semana pasada estuve en un bote en la bahía, rodeada de las lomas llenas de grama, árboles y arbustos, todos estábamos expectantes, escrutando las aguas, pacientes y a la vez ansiosos por verlas. ¡Y cuando se divisó un asomo de su presencia nos pusimos de pie, como un resorte! Los que llevaban cámara, ya estaban listos hacía rato, por eso Touring les trae la foto que Katherine Cocco tomó para compartir con ustedes.

La emoción fue indescriptible hasta para los que se sentían mal (uno o dos personas del grupo). ¿Vale la pena la experiencia? ¡Seguro que sí! Aunque sea solo para ver la cola, simplemente por sentir -saber- que están ahí, de verdad, vivas y gozando acrobacias.

Pero recuerden, ellas no vienen a dar un espectáculo, no nos están esperando, no están amaestradas ni son complacientes, sino tolerantes; sí, tolerantes de nuestra presencia, mientras nosotros somos respetuosos de la suya, y esperamos que la suerte nos sonría. Al fin y al cabo todo en la vida es, de un modo u otro, una apuesta. Y en esta, si espera pacientemente, es casi seguro que ganará. Yo vi la cola de dos ballenas, y un pedazo de su lomo, pequeño, por cierto. Y fue totalmente emocionante.

Ballenas-botePara que no nos mareásemos, porque las olas mecían nuestro pequeño bote sin parar un segundo,   tomamos una pastilla de dramamina media hora antes de subir. No obstante, si usted prefiere no acercarse al agua hasta ese punto, la Secretaría de Turismo les ofrece la solución: han inaugurado un observatorio terrestre desde donde las puede ver con binoculares. Está en la carretera Samana-Las Galeras y ¿saben lo mejor? ¡está justo frente a Punta Balandra, que es donde se concentra el 70-80% de las ballenas que visitan esta bahía! Según informaron, ya están por dejar abierto el segundo.  ¿Ven? Y no solo verá ballenas jorobadas, según nos contaron, también vienen delfines, cachalotes, manatíes, tortugas carey, pelícanos, ballenas martillo…

A este santuario debe entrar con una actitud de respeto, casi reverente; aquí no puede entrar al agua con ellas, y hay reglas para no molestarlas. El encargado de todo esto es el biólogo Peter Sánchez, quien nos acompañó y que trabaja en varios proyectos de conservación del ecosistema aquí. Touring hizo este viaje gracias a la Secretaría de Turismo, que organizó este paseo con los responsables del club de playa Las Cayenas del Mar, que está en playa Anadel, un hermoso y seguro lugar frente a la bahía, que realiza distintos tours según la temporada, con atractivos paquetes para todos. Pero de ellos, ya les contaré más en un futuro.

 

Nota: Se organizan muchas excursiones hasta este lugar. Hay muchos hoteles y restaurantes cerca, y tours que parten desde distintos puntos del país hasta aquí.

 

 

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Touring - Dominican Republic

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