Para complacer el paladar:
Comida típica gourmet en MOROCONCOCO
Por Miriam Veliz
¿Le gusta la comida con coco pero no quiere tener que ir a Samaná para disfrutarla? Hay un lugar en el centro de la ciudad capital donde pueden complacerle: Moroconcoco, así, pegado, como una sola palabra. Annelie Vega y Henry Horne son la simpática pareja al frente de este restaurante que se inauguró el 16 de febrero de 2010 y en el que todo el tiempo están pendientes del más mínimo detalle.
¿Cómo nació la idea? Annelie tenía un catering, empezó con el plato del día para los empleados de las diferentes oficinas que quedan cerca, y como el espacio estaba subutilizado, se le ocurrió poner mesas y sillas para que quienes así lo quisieran pudieran comer en el local. Pero la idea detrás es más ambiciosa, y más de peso: “somos una isla, pero vivimos de espaldas a nuestras raíces –dice ella –. Quería fortalecer lo que somos, lo que tenemos. Además me encanta la comida con coco y en la capital no había dónde comer como me gusta”. Así que decidió poner un sitio así, donde realzan la comida dominicana típica con coco. Pintó la casita de azul para recordar el mar, mientras con el coco, piensa en las palmeras que abundan en nuestra tierra, y como eso no es para estar formal –y con la idea de las casitas en los campos del país y las fondas donde se come, siempre con un aire súper casual– amuebló su “fonda gourmet” con sillas y mesas plásticas, manteles de plástico en colores alegres, donde predominan las fresas, y puso –como hacen en los campos– un florerito con ¡flores plásticas! como centro de mesa. Todo muy ordenadito y limpio, pero súper simple. En las paredes (algunas amarillas) hay fotografías artísticas de alimentos y del campo realizadas para ellos por Ricardo Brione y al mediodía ofrecen un bufé de 12 platos que intentan no repetir muy cerca, pero que siempre incluyen dos arroces (uno de ellos, moro), dos “carnes”, unas habichuelas, un pastelón, dos tipos de ensalada (una de ellas verde), dos especiales (sorpresas)… bueno, que la variedad en buena y no se limitan a platos dominicanos: el chef, socio y pareja de Annelie es uruguayo, y además de cocinar lo típico muy bien, inventa fusión de esta comida y muchos especiales internacionales. Para darles idea de platos fusión están las albóndigas rellenas de plátano maduro o los gnocchi de yuca o de plátano maduro con salsa de queso de hoja. Y entre lo internacional, un plato brasileño que gusta mucho, la feijoada.
Yo me comí una ensalada de aguacate con cilantrito y tomate deliciosa, fresca, y un chili con carne en su punto, picante suave, con un toque de comino y orégano… (qué bueno es hablar con el chef… uno se lleva ideas, ¿no?) Henry es muy abierto, inquieto y creativo. Hizo también un chowfan con plátano amarillo muy rico.
¿Qué es lo especial de este lugar? Varias cosas: primero, la calidad de la comida; segundo, pero crucial, el servicio personalizado: siempre están ellos atendiendo a los clientes, y yo vi a varios que al entrar los saludaban como amigos. Henry dice que hay clientes que siempre vienen a comer aquí y que como él ya sabe lo que les gusta, ya ni tiene que preguntar qué les sirve. Otro detalle inusual: si se va a cocinar algo que a cierto cliente le gusta mucho, se le llama y se le avisa para que venga. (Son tan así, que si van a viajar avisan y cierran el lugar).
Tercero, el ambiente, tan relajado y amigable que muchos hacen una sobremesa larga. Se reúnen amigos a comer, y sobre un muro hay un cuadro pintado por el mismo Henry en el que están esos amigos con que ellos comen y tienen esa larga sobremesa que tanto disfrutan.
Por cierto, hay tres ambientes y el cupo es para 60 personas. Algunos turoperadores traen a su gente a almorzar aquí porque la comida es exquisita, típica y a muy bien precio. Un éxito.
Los comensales forman un grupo variopinto: pintores, músicos, escultores, artistas varios (como Timo Pimentel, que además tuvo una exposición aquí) o Raúl Recio, por ejemplo, turistas, oficinistas, ejecutivos de un banco y diplomáticos, se sientan en este casual ambiente donde también cabe el frutero de la esquina, y todos comen en armonía, disfrutando tranquilamente mientras escuchan a Juan Luis Guerra u otro artista local, o a Caetano Veloso y otros intérpretes con su bossa nova, término que le va muy bien a este lugar si tomamos en cuenta que en brasileño “bossa” implica algo hecho con encanto o gracia especial o con talento innato. Además puedes escuchar alguna música típica o pedir (incluso traer, si quieres) la música que te gusta. Tratan de complacerte.
LAS NOCHES
Hasta ahora Moroconcoco abre tres noches, todas temáticas y con el concepto de “street cuisine”. Y es que a Henry y Annelie les gusta mucho la comida callejera: esa que se vende en carritos y “timbiriches”, pero de calidad. Por eso por la noche tienen un “carrito” frente al local en el que los martes ofrecen tacos artesanales y comida mexicana, nada de “tex-mex”, juegan con la idea y se les ocurren cosas diversas, como “sopa de tortillas”; los miércoles tienen “Chimi night” o noche de sándwiches (chimis, choripán, patacón, chivito uruguayo, hamburguesa hindú, sándwich de bistec) y los jueves no hay “tema” fijo: dedican una noche a comida peruana; otra, hindú; otra paellas y tapas, etc. Por fortuna planean ampliar esto porque las noches, según dicen, son súper divertidas.
EL ARTE
La mamá de Annelie, María del Carmen Ossaye, es marchanta de arte, quizá por eso Annelie busca que este lugar sea también una puerta abierta para proyectar el arte local, así que se asocia con artistas dominicanos en varias formas, una de ellas es tener un rincón donde se exponen sus trabajos, otra forma es invitar a un artista cada cierto tiempo a decorar el lugar y dejar su decoración al menos un mes. También los detalles del local son de artistas dominicanos (como una pelliza de Raúl Recio). Tienen un creativo que es quien por ejemplo hizo camisetas con frases como “Plátano maduro no vuelve a verde”. Otros productos artesanales que tienen por temporadas son bultos con el mismo diseño de fresas que caracteriza a Moroconcoco, y, por encargo, “chupitos” (aguardiente con sabores). Todo eso se pone de venta aquí.
PROYECTOS YA A PUNTO
Planean ofrecer clases de cocina, y además, siguiendo una tendencia de los grandes chefs del mundo, tener muy un “food truck”, camioncito ambulante que se detiene en parques o distintos lugares con comida que es callejera, sí, pero gourmet (línea de sándwiches, cositas para picar, comida dominicana… aun está por decidirse. Otro plan es tener un chef invitado los sábados.
SERVICIOS
Ofrecen catering , organización de eventos, delivery y servicio de valet parking.
Dirección: Calle Eduardo Jenner #4, La Esperilla, Sto Dgo,
Tels.: 809-563-4749 / 809-563-8913
[email protected]
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Fotos: Ramón Morillo